La Traición de Roma. El Final de Escipión
Corría el año 184 a.c. en Roma. Se habían vivido algunos años de tranquilidad y paz tanto externa como interna. Los enemigos políticos del gens Escipión se habían mantenido quietos y agazapados debido a los grandes triunfos que este gran general había conseguido, primero en contra de Aníbal y Cartago en la batalla de Zama y luego en contra del Rey Antioco III en la gran batalla de Magnesia. Ambos triunfos de Escipión lograron que Roma consiguiera por un buen tiempo la paz con sus enemigos, así como también, inmensos botines de guerra en oro, plata, esclavos y la obligación de ambas naciones perdedoras de pagar anualmente indemnizaciones de guerra sumamente onerosas.
Bajo estas perspectiva todo marchaba bien o más que bien para Escipión y los suyos, creyeron que sus enemigos políticos en Roma no tendrían con que atacarlos ante semejantes triunfos y literalmente se confiaron y bajaron la guardia. Fue bajo este escenario que Marco Poncio Catón, Senador de Roma y enemigo de Escipión, aprovechando un viaje de este último, realiza maniobras políticas en el senado inventando juicios de ficción que termina con el arresto del hermano de Escipión de nombre Lucio. Esto provoca el regreso a Roma del General Escipión y convoca a todos sus veteranos y leales para ir a rescatar a la fuerza de las catacumbas romanas a su hermano. Esa era precisamente la reacción que esperaba Catón. Esa noche, correría la sangre por toda Roma, tanto de un bando como del otro, y supondría la extinción o la muerte de uno de ellos o más bien de los dos bandos enfrentados. Esa noche fue llamada como El Crepúsculo de los Generales, comparadas como muchas noches tristes que hemos tenido en la historia de la humanidad y porque no compararlo con tantas noches tristes que tanto tú como yo, amigo lector, hemos tenido en nuestras vidas producto de distintas circunstancias.
En medio de esa noche tan furtiva emerge con gran astucia y determinación la figura de Tiberio Sempronio Graco, un patricio que había sido electo por el senado como representante de la Plebe. Graco esta determinado a que esa noche no se corra una sola gota de sangre romana por la ciudad y en secreto a espaldas de Catón, ofrece un pacto de sangre a Escipión. El pacto se resumía en los siguientes puntos: (i) Esa noche no habría ningún enfrentamiento, (ii) Escipión tendría que aceptar el exilio y no regresar nunca más a Roma, esto aplicaba únicamente a él y no al resto de su familia, (iii) Se respetaría a Escipión su calidad de Senador y no se le afectaría ninguna de sus propiedades, (iv) Graco se encargaría de llevar esta moción al Senado que además fuese aprobada aún con el voto en contra de Catón y (iv) Graco exigió que para garantizar el cumplimiento de los acuerdos por parte de Escipión, su hija menor – Cornelia menor – se casaría con Graco. Al final, Escipión termina aceptando el pacto y tiene que exiliarse y salir de Roma.
Según las mismas memorias de Escipión esa noche sintió la traición de Roma; nunca se imaginó que el general más grande que habían producido esa ciudad y que había generado tanto riqueza y gloria para el Estado Romano, tendría que salir exiliado como un vulgar ladrón y despedirse de Roma sin ningún tipo de honor.
¿Cuantas veces nos hemos sentido traicionado? ¿Por un amigo? ¿Por un hermano? ¿Por tu esposa o esposo? ¿Por tus hijos? Y hasta te has traicionado muchas veces a ti mismo ¿. En fin en lo personal te podría enumerar un sin número de ocasiones que me he sentido traicionado, herido, golpeado en mi honor, en mi hombría, en mi alma y en mi corazón. Seguramente tú también te has sentido de la misma forma. Al final ese cúmulo de acontecimientos te hace caer en una profunda tristeza, una tristeza que si la acompañas con soledad, desesperanza, negatividad y quien sabe que cuantas cosas más se le pueden unir, amigo mío, por si no te has dado cuenta estás en medio de la tormenta perfecta de tu vida. Que difícil y duro es estar ahí. Si lo pongo en estas líneas es porque lo he estado o estoy en medio de ella. Pero al final, aunque mi negatividad muchas veces no me permite aceptarlo, sí hay esperanza, sí se puede salir de esa tormenta perfecta y poder ser feliz nuevamente, sí puedes recuperar todo aquello que has perdido y si ya no es recuperable, tienes una vida, la cual si le pones los ingredientes adecuados de fe, determinación y ganas de vivir, te aseguro que cuando menos te des cuenta, estás caminando nuevamente sobre un nuevo sendero que te generará paz, tranquilidad y por que no decirlo,,, Felicidad.
Cuando mencionado la palabra felicidad, me refiero a algo real y duradero, no a la supuesta “felicidad” que te da el mundo, drogas, alcohol, adicciones, amargura, etc eso jamás te hará sentir bien y si eres sincero contigo mismo, te darás cuenta de que todo aquello que haces y que al final, muy en el fondo de tu corazón y de tu alma no te hace sentir bien, eso no te conviene para tu vida, por la sencilla razón de que no te genera ni te generará una felicidad verdadera.
Hace poco, escuché una canción que nunca antes en mi vida la había escuchado, pero tenía un mensaje interesante, terminaba algo así: “Después de un año que has querido olvidar, te das cuenta que al final has sobrevivido ese año, y en tu corazón todavía existe una pequeña llama de ese amor pasado que quieres olvidar, pero estas solamente a un beso, a un simple beso de poder apagar esa vieja y pequeña llama”. Aquí tiene mucho sentido aquella frase que siempre hemos escuchado que “todo lo que no te mata te hace más fuerte”; entonces amigo, lo que tienes que hacer es que nada de lo que te pase te mate, porque siempre habrá esperanza.
Al final Escipión murió en el exilio, amargado, con un tristeza profunda, nunca perdonó la traición de Roma, sus huesos ni siquiera fueron enterrados en Roma. Tanto su enfermedad como la tristeza, la decepción y la traición le fueron consumiendo su vida poco a poco. Mi mensaje con todo esto es que tengamos una vida como Escipión, pero no una muerte como la de él, las adversidades hay que enfrentarlas, pelearlas, ganarlas y resolverlas de una u otra manera. Si ya no se puede rescatar lo que perdiste, camina sobre un nuevo sendero, que seguro encontrarás otro tesoro, cuidado aún más abundante y precioso del que habías perdido.
Trajano.