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El Sentido de Luchar

Tienes que luchar y luchar siempre. Imagino que esta máxima la has escuchado en innumerables ocasiones, sobre todo cuando las cosas en tu vida van cuesta abajo y de rodada. Y más aún comparto tu mismo pensamiento cuando dices que es fácil decirlo o escribirlo, pero al final te puedo decir – en este pequeño momento de lucidez emocional que puedo estar viviendo –  que luchar por ser feliz, luchar por recuperar lo que perdiste, luchar por tus hijos, luchar por un mejor futuro, luchar por reconstruir o rehacer tu vida, viene a convertirse en casi una obligación para cualquier ser humano.  Si aún sientes, si aún vives, si algo aún te  estremece, si aún eres capaz de emocionarte por las pequeñas  y gratas sorpresas de la vida, no te quedará más remedio que seguir remando, seguir luchando, por tu corazón, por tu alma, por tu paz y también porque no decirlo, por tu amor.

Es casi una regla general que cuando estas en medio de la tormenta o en lo más profundo de abismo negro, nos cegamos, y siempre caeremos en el negativimo, en la conmiseración, y sobre todo en un estado mental que  no nos permite ver mas allá de lo que tenemos en frente, y para mí eso es lo más lógico y entendible del mundo, somos hombres, somos humanos naturalmente imperfectos y esa misma imperfección nos lleva a cometer tantos errores y uno de esos errores es auto-convencernos que nunca saldremos de la tormenta, que nunca llegaremos a ver el arcoiris y que sobre todo nunca saldremos del agujero profundo en el que hoy nos encontremos. Incluso  muchas veces en medio de la tormenta caminamos prácticamente a ciegas; guiados únicamente por un instinto, ese instinto dependiendo de lo que creas puede ser Dios o tu ser interior que busca afonosamente tratar como salir del barro, de la amargura, de la tristeza y sobre todo del dolor.

En estos últimos meses he experimentado lo que es caminar a ciegas, sin saber hacia donde ir, pero siempre caminando. Me he dado contra inmesas paredes. He llorado tantas veces que en algunas ocasiones pensé que los ojos se me secarían, pero al final he llegado a descubrir que las lágrimas es prácticamente un recurso innagotable en nuestro cuerpo. He pasado de no querer seguir viviendo a encontrar razones fundamentales que hacen que mi sentido de lucha por esta vida se haya vuelto a reforzar. No te digo con esto que  ya estoy fuera de la tormenta, muy por el contrario, estoy más metido que nunca, siento que el agujero en el que estoy se hace más grande, pero eso no ha impedido en que poco a poco vaya recuperando el sentido de luchar por una mejor vida, por mis hijos, por mi futuro y sobre todo por el hecho de rehacer desde los cimientos una vida correcta. Poder llegar a escribir estas líneas en el sentido que las digo no ha sido del todo fácil, han existido días malos y días muy malos, días donde la desilusión la desesperanza y el dolor eran las que gobernaban mi vida, pero muy en el fondo en esos momentos, sentía que tenía un deber de luchar y una obligación moral y espiritual tanto con Dios, mis hijos y todas aquellas personas que realmente estaban pendiente de mí. Resulta paradójico que en esos momentos tan duros, recordaba cada una de las batallas que libró el Emperador Trajano en su invasión al Imperio Parto. Logré graficar claramente en mi mente la llegada de Trajano con sus legiones al Rio Tigris y su incapacidad de poder cruzarlo para avanzar en su campaña; lo cual a base de empeño, trabajo, ingenio y sacrificio logró cruzar esa barrera natural. Durante el intento perdió muchos hombres valiosos, se enfrentó a más de cien mil guerreros partos, acompañados de la temible caballeria de los catafractos,  pero venció la adversidad y triunfó y logró marchar victorioso hacia Cesifonte, la capital del Imperio Parto.

Durante tus luchas es permitido que bajes los brazos, es permitido que reclames, que llores; que te lamas las heridas, pero lo que no te puedes permitir es quedarte en el mismo lugar, en el mismo estado. La vida aunque hoy no lo veas; va mucho más allá de lo que tus simples ojos atribulados ven hoy. Y si es por un amor no correspondido por lo que hoy lloras; déjame decirte que  a la vuelta de esa esquina que hoy no puedes ver; puede ser que te encuentres al verdadero amor de tu vida y que logren ser felices por los siguientes cincuenta años. A la vuelta de esa esquina también puede estar la respuesta a todos tus problemas y sobre todo, la inyección de vida que necesitas para seguir adelante, caminando y luchando en este peregrinar hermoso al que le llamamos vida.

Ya es hora de dejar de lamernos las heridas, no ganamos ni ganaremos nunca nada con eso. Es horar de dejar eso atrás y ver hacia adelante. Créeme, hay futuro y es bello. Vamos ¡! Caminemos juntos, nos equivocaremos, pero lo haremos juntos, nos caeremos, pero lo haremos juntos, pero sobre todo nos levantaremos y lo haremos juntos. Y verás que al final sí valió la pena levantar nuevamente los brazos, haber llorado, haber reclamado, todo eso valió la pena; porque lograste llegar a aquella esquina que no podías ver y puede ser que en ese preciso lugar, encuentres la paz, el amor, la compañía, la alegría y sobre todo las ganas de vivir que tanto anhelabas encontrar.


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