El sentido de la búsqueda de la libertad y la felicidad
Es increíble – por lo menos desde mi perspectiva personal – como por medio de la literatura logro encontrar tantas ideas, tantas argumentos para poder compartir con mis amigos lectores algunas líneas que estoy seguro en sentido u otro nos vienen a ayudar a caminar en este sendero que a ratos es buenos y que a ratos se vuelve tan complicado, como es el famoso sendero de la vida.
Hace poco terminé de leer un libro que ambientado en los años 1400-1500 en España, que muestra un poco la historia del pueblo musulmán en sur de España y sobre todo grafica claramente la historia de un joven que luego se convierte en adulto que por el hecho de ser musulmán en esa época, pierde a su madre, a sus hijos, a su primera esposa, todos sus bienes en fin, una infinidad de golpes en su vida que muchos de nosotros muy seguramente hubiésemos bajados los brazos y rendirnos ante las adversidades y decir: Ya no puedo más. Cuantas veces hemos dicho esa frase, en mi experiencia personal han sido muchas las ocasiones en que digo; ya no puedo más, prefiero ir a dormir y no despertar más. Pero este personaje nunca bajo los brazos ante tantos golpes tan duros en su vida, muy por contrario entre lágrimas, sufrimientos siguió buscando el sentido de su vida y sobre todo su felicidad. Por muchos momentos se sintió tan perdido, que durante mi lectura yo mismo me dije no podrá más, pero siempre se aferró a su Fe, y siguió caminando y luchando y al final luego de unas luchas y calamidades increíbles, logra hacer una nueva familia, esposa, hijos e incluso logra ver jugar a su lado a sus nietos. El libro se llama “El Secreto de Fátima” muy especial para mí, sobre todo porque me encuentro en esa paradoja de la vida de ser feliz o buscar mi felicidad o quedarme en lo cómodo, aunque no sea lo que me llena o me complementa. Ojo la gran mayoría de las veces esa felicidad que buscas está ahí mismo a tu lado, sin embargo, somos tan ciegos, somos tan orgullosos, tan egoístas que no logramos ver los milagros y señales que la vida nos da todos los días para que nos realicemos por completo. Y, sobre todo, me decía un señor muy sabio hace unos días: “Como puedes buscar ser feliz, sino eres feliz contigo mismo, si no te perdonas tú mismo y sobre todo si no te amas tú mismo”. Estas palabras me han hecho reflexionar y pensar que al final como puedo pedir amor y dar amor si yo mismo no me lo doy. No hay forma, siempre tenemos que partir de nosotros mismos, si no nos sentimos bien con nosotros mismos, como vamos a hacer capaces de dar algo bueno hacia los demás y sobre todo como vamos a pedir amor a alguien más si nosotros mismos no somos capaces de amarnos y aceptarnos a nosotros mismos. Reflexionemos sobre esto, reflexionemos juntos y nos daremos cuenta de que el camino empieza por uno, no inicia por el camino de alguien más.
Seremos libres realmente cuando nosotros mismos nos despojemos todos nuestros complejos, nuestros temores, nuestras ansiedades, nuestros rencores e incluso de nuestros odios, hacia nosotros mismos y hacia los demás. Considero que esta es una de las principales claves para ir enrumbando nuestras vidas hacia una auténtica libertad espiritual y humana, lo cual va directamente concatenada con nuestra felicidad.
Hace poco terminé de leer la historia fascinante de Espartaco, el Gladiador esclavo, que logra escapar del “ludus” y comienza a liderar una rebelión de esclavos en contra del poderoso imperio romano. Es una historia tan fascinante y son hechos históricos que los grandes historiadores del mundo lo equiparan con el gran Aníbal el más grande guerrero y general Cartaginés que puso en jaque a todo el imperio romano. A esos niveles también estuvo Espartaco, logró reunir un ejército de “Sublevados” de más de 20 mil guerreros, la gran mayoría de ellos esclavos. Todos ellos ansiaban una cosa, libertad, pero al final, a mi criterio cometieron un error garrafal, no pudieron renunciar a su odio hacia roma, hacia los romanos, hacia el sistema que los oprimió por tanto tiempo. Cuando Espartaco escapa con su pequeño ejército, pudieron haber regresado a sus tierras ancestrales sin ningún problema, no existía ninguna fuerza militar que les impidiera su paso hacia la libertad. Pero como dije anteriormente el odio que tenían no lo pudieron superar al final quisieron destruir Roma y todo su imperio, y ahí quedaron sus ansias de libertad tanto de Espartaco como todo su ejército y la gente que lo seguía.
Hoy amigo mío lo único que te puedo decir es que te despojes todos tus complejos, de tus odios y rencores, de todo aquello que tú sientas que no te hace feliz y te aseguro que sentirás que la carga que llevas será mucho más ligera que antes y tendrás mucho más chance lograr esa ansiedad libertad y sobre todo esa felicidad que todos buscamos frenéticamente.
Con cariño;
Trajano