El Horizonte
Ya en el ocaso de su vida, víctima de una enigmática y repentina enfermedad, cuando estaba a las puertas de sofocar la rebelión en Hatra, y a punto de recibir la traición de su esposa Plotina y su sobrino Adriano; Trajano pidió que lo subieran a una montaña a ver el atardecer en Selinus un antiguo puerto pirata sometido por Pompeyo El Grande. Irónicamente ese fue el último atardecer que contempló la vista del gran Trajano.
Al ver a caer el sol contempló el mediterráneo y entendió la magnitud de su campaña y la grandeza de Roma, su extensión y hasta donde había podido llevar el brazo de la Loba. Lloró porque se percató que aún había más y que la tarea aún no estaba concluida.
Hoy como Trajano subo a una de las montañas de la vida a contemplar un atardecer. Al caer sol únicamente tu rostro puedo ver a través de sus rayos. Su luz no es cegadora, más bien me genera paz y tranquilidad al saber que mi tarea aún no está concluida; estará concluida el día que suspire el último aliento de vida en este mundo y tú sosteniendo mi mano me confirmes que dediqué cada minuto de este hombre nuevo a hacerte feliz; aún con las dificultades de la vida, los problemas, los conflictos, en cada uno de ellos siempre y por siempre mi último deseo era poder hacerte feliz, velar por tu tranquilidad, disfrutar tu sonrisa y sobre todo el brillo de tus ojos.
Sé que hablar de un hombre nuevo muchas veces puede resultar trillado o hasta poco creíble. No ha sido fácil para mí poder luchar con ese hombre viejo para darle cabida día a día a este hombre nuevo que lucha por ser feliz, por hacerte feliz y hacer feliz a su familia. Son tantas Plotinas y tantos Adrianos que se aglomeran día a día en mi mente y en mi vida para atentar contra ese hombre nuevo. La lucha no es fácil y la batalla es encarnizada; como las batallas que libro Trajano contra los Partos al momento de cruzar el río Tigris, o las batallas que luchó contra los Dacios hasta someterlos; son cruentas, injustas y sobre todo feroces. Pero al final sé que tengo un Dios que está a mi lado y me sostiene aún en los momentos en que me siento más débil. Un día conversando con alguien que quiero mucho le dije: “hoy me siento como una cucaracha y quisiera que solamente me aplastarán y que todo acabara”. Esa persona con una cara y una voz tan especial – no de este mundo – me dijo que la grandeza de Dios y su gracia llega al tal punto que en ese mismo momento en que te sientes cucaracha, Dios te esta sosteniendo.
En mi nuevo horizonte no son prioridad mis conquistas, mis logros, todo aquello que nunca me llenó. Únicamente estas tú, porque Dios está a mi lado y ve conmigo como yo te veo, con ojos de amor, de dulzura, de esperanza, de ternura y sobre todo con ojos llenos del amor de Dios; con mis brazos listos para sostenerte, para cargarte, para llevarte donde tú lo necesites. Te amaré eternamente en mi horizonte, te buscaré siempre en él y aunque la noche llegué siempre estaré ahí simplemente para ti; para mi amor.
Con amor,,, Trajano.