La Legión Perdida
Hace poco terminé de leer el tercero libro de Santiago de Posteguillo “La Legión Perdida”; el último libro sobre la trilogía de Trajano. Definitivamente cada vez que leo, siempre trato de buscar los mensajes que la vida trata de enseñarme en cada una de las lecturas que me regala.
Definitivamente la vida es y seguirá siendo siempre un gran misterio para el ser humano. En mi caso particular nunca deja de sorprenderme aunque siendo un poco más preciso, no deja de asombrarme. Cuando más me he sentido infalible al fallo es cuando más estoy propenso a fallar y muchas veces son fallos grandes, sobre todo fallos a nivel personal. Estoy aprendiendo que es mucho más importante parar, reorganizarte, analizarte, ver lo bueno y lo malo que has hecho y luego avanzar. Avanzar a toda costa e ir aprendiendo en el camino sin detenerte puede ser o es muchas veces peligroso para uno mismo. No cometer el error del Legatus Crasso; que por la búsqueda insaciable de la ambición, la fama y el poder, llevó a sus legiones a una de las derrotas militares más grandes que sufrió Roma en su época de esplendor.
Siempre me he planteado metas agresivas, retadoras, desde que inicié en esta vida he tenido muchos objetivos: triunfar en lo profesional, hacer lo que me gusta, amarlo sobre todo, hacer cosas nuevas, aprender, avanzar, subir, escalar, dirigir… Hoy por hoy muchas de esas metas siempre se han mantenido, unas las he logrado y las he convertido en mas retadoras aún, pero siempre dejé olvidado un objetivo que es el que hoy busco con mas anhelo. Ser feliz. No he logrado descifrar como hacerlo, pienso que lo estoy intentando, pero no lo logro. Talvez estoy buscando esa felicidad en los lugares que no son los apropiados.
Cuando el centurión Draso y su legión perdida tenían 15 años de ser esclavos de los Partos, su única felicidad era el pensamiento de escapar de su cautiverio. Idearon su plan de escape, no fue ni el mas fácil ni el más seguro, muy probablemente en el intento encontrarían la muerte; pero era tanto ese sentimiento de felicidad de ser libres que los impulsó a caminar por el desierto sin descanso hasta alcanzar el río Oxo. El sinónimo de su libertad. Preferían morir ahogados o en lugar boscoso pero bello, en lugar de morir en un desierto.
Hoy estoy tratando de alcanzar mi propio Oxo, muchas veces me siento a desfallecer por el sol de los problemas o por la falta de agua de la hermandad, de la amistad o del amor. Pero no quiero perder la fe que tuvo Draso y su legión de caminar sin descanso hasta conseguirlo. Quisiera poder decir que lo lograré; pero no sé si podré. Lo que trato de no perder diario es el ánimo y la fuerza para hacerlo; hay días que siento que no podré, otros días puedo sentir en mis pies la corrientes rápidas y cristalinas del Oxo; pero sé que la vida aún me tiene muchas vueltas y curvas por pasar para llegar a ese destino que me he propuesto. Lo lograré, no será fácil pero lo haré. Sé que vendrán momentos de lágrimas, dolores, pero al final tendré que llegar.
Hace unos días mi Padre en una conversación muy corta pero tan llena de vida me dijo: “No estas solo y nunca lo estarás, aún cuando yo no esté en este mundo, nunca estarás solo, porque yo siempre estaré contigo, hoy a tu lado y mañana muy dentro de tu corazón, en mis consejos y cuando te sientas solo, llámame, hoy por teléfono o mañana con el pensamiento, que yo siempre estaré ahí”.